miércoles, 2 de marzo de 2016

Yo también quiero comer banana en el tren.

Si con una pollera corta  me subo a un taxi, de noche y en estado de semi ebriedad, y el taxista, en vez de ser un señor cualquiera, que se gana el pan como cualquier otro, decide violarme, dirán que YO me lo busqué. Dirán que YO tuve la culpa. Que YO me tendría que haber dado cuenta. Que las mujeres no deben hacer eso. Que YO no debía hacerlo.
La ocasión no hace al violador, al agresor, al violento, al asesino. El que lo es, LO ES: yo NO soy su excusa.
No se trata de demonizar al hombre como género. Repito, el violador ya es violador. No se trata de machismo, el machismo es una forma de pensar (por demás alimentada por las propias mujeres, vale decirlo), pero ser machista no te hace violador, abusador, golpeador, asesino. El ser machista, aun con lo malo que eso implica, no puede justificar nunca una sola muerte, un solo caso de abuso.
Y sí, quiero salir a la calle tranquila. Pero ante todo quiero respeto. Y en primera instancia, el respeto de mis congéneres. Somos las primeras en criticar a las demás mujeres; que es una puta, que es una reventada, que algo hizo, que mirá cómo se viste, mirá cómo le habla a aquel, que se acostó con unos cuantos, que se metió con un casado, que cómo va a hacer todo eso sola, que porqué no quiere tener hijos, que porqué los tuvo, que lo hizo para “engancharlo”, que no cuida al marido, etc., etc.  Pido primero el respeto de las otras mujeres. Para que entonces nuestro pedido de respeto hacia la sociedad no sea hipócrita, y sea en conjunto, no unas cuantas voces, sino una gran voz, un gran alarido que deje mudos a los hoy nos gritan.
Me visto cómo más me guste, si muestro mi cuerpo es porque gusto de él y lo muestro orgullosa, con quien me acueste o deje de acostarme es puramente MI asunto, lo que haga o deje de hacer es mi decisión: ni vos, ni la religión, ni el gobierno, ni tus padres, ni los míos, ni tus valores, ni tus insignias, ni la opinión pública, ni la moda, nadie ni nada, deciden en mi cuerpo, en mi mente. YO soy mi potestad. Y tengo el derecho de vivir, al igual que vos, como quiera hacerlo. No quiero que me culpen por  los asesinos, los violentos, los abusadores. No quiero que me culpen por no ser lo que otros (absurdamente) esperaron de mí. Tengo el mismo derecho que vos A SER.
Mirémonos primero entre nosotras. Nos venden el cuerpo perfecto (y lo creemos) porque el único cuerpo real que vemos de verdad, es el nuestro propio. Dejémonos de criticarnos y de alimentar el pensamiento machista, empecemos a unirnos de verdad, porque se sabe: “divide y reinarás”. Y estuvimos ya mucho tiempo divididas, por nimiedades, por cosas superfluas. Es hora de unirnos, no en contra de los hombres, sino para defender, con nuestros  fuertes ovarios, todos esos derechos que nos arrancaron, que no nos quieren dar, que nos dan a medias, que nos sacan y nos quitan una y otra vez. Por cada una que no llega a casa, por cada ojo morado, por cada cadáver femenino encontrado, por cada atropello a nuestras decisiones, por cada prejuicio, debe haber cientos de nosotras velando por la justicia, por el derecho de ser ser humanos.
Si le pegan a una, nos pegan a todas. Porque en esa impotencia de ésa mujer, caben todas nuestras impotencias. Ese tipo que te hizo eso que aún no sabías qué era cuando pequeña, ese pibe que te acorraló y te tocó dónde no querías ser tocada, ese noviecito que se enojó y te tiró contra la pared, ese auto que te siguió cuando volvías a casa de noche, esas tantas veces que quisiste gritar y no pudiste, todas esas veces que te diste cuenta que un hombre te gana en fuerza. Todas esas veces que quisiste putear y tampoco  pudiste, porque sabías que si lo hacías era peor. Todas esas veces que dejaste, o dejarás, con intranquilidad a tu hija en la escuela. Todas esas veces que le enseñarás que no se tiene que dejar tocar.
En la impotencia de una sola cabe la de todas. Una vida vale por todas. Por cada violador hay varias víctimas, por cada enfermo que sale a la calle hay muchas que lo padecen.
Porque a mí también me quisieron subir a un auto con supuestas ofertas laborales, porque yo también tuve que ver hombres que me mostraran su miembro en plena calle cuando yo no quería verlo. Porque a mí también me tocaron dónde no quería y cuándo no quería, porque a mí también me empujaron contra el suelo, porque a mí también me dicen ordinarieces en la calle acompañada de quién sea, haciéndome sentir  a MÍ la vergüenza, porque a mí también un auto me siguió, porque yo también me sentí  impotente y tuve miedo y tuve bronca y quise gritar, y no pude. Y quise putear y no pude. Y quise acercarme al policía de la esquina, pero él me dio más inseguridad. Y yo también temo por las niñas de hoy, mujeres del mañana. Porque a mí también me callaron muchas veces. Porque mis derechos también fueron pisoteados. Porque en ese trabajo no me llamaron porque estaba de novia y entonces me podía embarazar y entonces no les serviría, porque a mí también me quisieron ofrecer plata por sexo, porque a mi también me cosifican, me comparan, me critican.
Si no nos unimos y rompemos con estos paradigmas de justificar lo que pasa, no lograremos jamás pasar a la acción para condenarlo, castigarlo, y luego, recién, poder evitarlo.
Basta de tener miedo, basta de tener vergüenza, basta de callarnos, basta de dejarnos pisotear. Basta de no defendernos. Basta de justificar lo injustificable ¡Basta!

"...hoy te vas a querer
como nadie te ha sabido querer,
hoy vas a mirar pa’lante
que pa' atrás ya te dolió bastante.
Una mujer valiente, una mujer sonriente,
mira cómo pasa.
Hoy nació la mujer perfecta que esperaban,
ha roto sin pudores las reglas marcadas,
hoy ha calzado tacones para hacer sonar sus pasos,
hoy sabe que su vida nunca más será un fracaso...."
Ella-Bebe



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